El director artístico de este nuevo espacio expositivo, Jorge López, describe la relación con la fotógrafa como un encuentro. No ha de extrañar tal apreciación, dado que Cristina Otero posee miles de seguidores de todo el mundo en las redes sociales gracias a sus imágenes. Basta con buscar “Cristina Otero Photography” desde Google para obtener más de tres millones de resultados.
Pero es esta la primera vez que muestra sus imágenes en postproducción, positivadas sobre papel (impresas) y lo hace con imágenes de gran formato, luminosas, muy saturadas y contrastadas, sobre papel brillante. Impecables. Es este uno de los aspectos más sorprendentes, pues con imágenes cuyo medio natural es internet, cabría suponer que tienen baja resolución y que no soportarían este nivel de ampliación.
Las fotografías son autorretratos donde la autora sufre continuas metamorfosis a manos del maquillaje, el disfraz, la pose, la expresión, la imaginación y la manipulación por software. Su edad es uno de los valores de su trabajo, no por su especial virtuosismo, sino porque evidencia una intencionalidad surgida a partir de una generación inmersa en una cultura visual deslumbrante, cuyos patrones de imagen y artificio inundan un mundo adolescente nuevo y efervescente asentado sobre la comunicación cibernética. Es su base social la que sustenta su obra desde la perspectiva conceptual, sus seguidores en todo el mundo pendientes de sus imágenes forman parte del fenómeno artístico en sí mismo. Su gran imaginación la sustenta desde la perspectiva formal. Es la postfotográfia: el “instante decisivo” de Cartier Bresson ya pasó; en el siglo XXI hay que “imaginar” la fotografía antes de hacerla.
Una visita que no defrauda.
hola soy tu prima mery te quiero y me encantan tus fotos
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