Hola a todos:
Me gustaría saber vuestra opinión, especialmente la de Diana sobre las obras de reconstrucción de monumentos artísticos o de ruinas. En varias ocasiones he tenido la oportunidad de ver dos estilos muy diferentes:
1. Los que dejan los restos tal cual se encontraron
2. Los que hacen una reconstrucción del escenario donde se encontró la ruina (marcan claramente lo que ha quedado, pero queda dentro de un marco donde uno puede hacerse cláramente a la idea de como era el espacio) (ej. Ruinas Romanas de Baelo Claudio en Cádiz)
Igual mi vocabulario no es muy técnico, lo siento.
saludos, María
La Bacanal de los Andrios -Ticiano
Hace 13 años
Buenos días María, buenos días a todos,
ResponderEliminarEl problema que planteas es muy interesante para nosotros.
En primer lugar hay que decir que la restauración artística no es una ciencia exacta. Y todavía hoy, los expertos no se ponen de acuerdo acerca del mejor método de intervenir sobre un monumento histórico.
Dicho esto, también hay que decir que se ha impuesto, con el tiempo, una escuela de restauración, podemos llamarla así, que aboga por llevar a cabo técnicas de conservación preventiva, para evitar, siempre que sea posible, tener que llegar a la intervención (restauración).
Allí donde la restauración es inevitable porque el edificio se encuentra en muy mal estado, hay que intervenir con la mayor precaución. El espíritu que prevalece es el siguiente: todo lo que se haga debe ser reversible, para que, en un futuro, puedan limpiarse los materiales añadidos, si se descubre que han producido un mal efecto o han dañado directamente el edificio. Son situaciones que ocurren.
Los restauradores están constantemente investigando sobre nuevos materiales y técnicas de restauración, por lo tanto todo lo que se haga sobre el monumento debe ser reversible.
Como ves, es una cuestión muy interesante la que planteas.
Voy a darte mi opinión concretamente sobre los dos estilos de intervenir que planteas.
Me parece que ambos son válidos. El primero, el de dejar las ruinas tal como están, es el más discreto y exige un mayor esfuerzo de imaginación al visitante que contempla el edificio. El segundo, el de reconstruir, como se ha intentado hacer en Baelo Claudio, Cádiz, para mí es también válido, siempre y cuando la intervención de restauración enseñe claramente donde acaba y donde empieza "el añadido". Si no fuera así, sería incorrecto, impropio de un técnico de la restauración, y también, por qué no decirlo, un auténtico engaño, porque nos harían ver lo que en realidad nunca ha sido.
No se qué pensaréis vosotros.
Un saludo,
Diana Carrió-Invernizzi
Hola de nuevo,
ResponderEliminarComo estamos empezando a plantear, también, cuestiones de restauración del patrimonio cultural, si os parece, invitaré a otros estudiantes de la UDIMA de la asignatura de Patrimonio Cultural del Grado de Turismo a que visiten nuestro Blog y hagan, si lo desean, comentarios a vuestras entradas. ¡Creo que podrían enriquecer también el debate!
Un saludo,
Diana Carrió-Invernizzi
Buenos días a todos:
ResponderEliminarQuisiera añadir mayor precisión terminológica, para aclarar algunos conceptos sobre tu pregunta, María.
La restauración se sistematiza como disciplina en el siglo XIX. Se abre un debate sobre cómo se debe intervenir sobre el monumento histórico.
Frente a una "restauración estilística" que quiere hacer pasar la integración (es decir la actuación sobre el patrimonio) por obra antigua y original, surge una nueva manera de entender la restauración, más moderna, que recibe el nombre de "restauración arqueológica", protagonizada por arquitectos como Giuseppe Valadier, que anticipa la "restauración científica". ¿Cuál es el camino que se elige? La consolidación estricta del edificio, para lo cual se decide diferenciar los añadidos de la fábrica original, utilizando materiales diferentes. De este modo, se identifica a simple vista dónde empieza y dónde acaba la restauración, respetando la "autenticidad" del monumento original, su valor documental.
Pero el camino hacia la "restauración científica" implicó a muchos más pensadores y arquitectos, como Viollet-le-Duc o Ruskin, sobre los que no podemos ahora detenernos.
Espero que haya ayudado a clarificar un poco el tema.
Un saludo,
Diana Carrió-Invernizzi
La verdad es un tema que desde mi desconocimiento me he planteado alguna vez. Vivo en Zaragoza y al contemplar las ruinas del Teatro romano siempre me preguntó por qué no se reconstruye, de forma que se distinga claramente que parte es añadida, y siendo una reconstrucción lo más fiel posible a cómo era originalmente. Pienso que pondría enormemente en valor la obra ya que lo que queda es muy poco y en mal estado. La parte original de las gradas se podrían contemplar con algún tipo de cubierta de material transparente y luego reconstruir el resto de las gradas ( hasta donde permitan los límites urbanísticos) como eran originalmente. Y lo mismo con el frente escénico y demás elementos.
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