domingo, 23 de enero de 2011
Museo de las Cuevas de Altamira.
Viaje a Grecia.
lunes, 17 de enero de 2011
Rubens en El Prado: el uso de la imágen
lunes, 10 de enero de 2011
GIOTTO
“Giotto fue de tan excelso ingenio que con el punzón y los pinceles reprodujo tan exactamente las cosas de la naturaleza, que su obra no parece imitación, ino la natura misma; y a tanto llegó su arte, que muchas veces los hombres se equivocaban, estimando por real lo que era artificio de la pintura” (Boccaccio, Decameron, 1350).
Nos dice Gombrich que para los italianos comenzó una época nueva en el arte con la aparición de Giotto, y que su arte cambió totalmente la idea de la pintura en Italia en el siglo XIV, sobre todo en Florencia.
No sé si tendrá que ver con que mis intereses fueron siempre más por el lado de las ciencias, pero a mi Giotto apenas me sonaba como un pintor cua
lquiera; o quizás sea el hecho de que a nivel de calle, los pintores comienzan a ser más conocidos a partir de la época del Renacimiento, y Miguel Ángel, Da Vinci o Rembrant han terminado por eclipsar a otros como Masaccio, Uccello o el propio
Giotto. Así que, dispuesta a darle el protagonismo que se merece, voy a dedicarle unas merecidas líneas.
Los datos fiables sobre la vida y obra de Giotto s
on más bien escasos. Parece ser que nació en Mugello, en 1277 según las crónicas de Vasari y en 1267 según otras fuentes. Cuentan que era pastor hasta que Cimabue lo descubrió y se lo llevó a su taller como aprendiz, con diez años. Años más tarde Giotto acompañaría a su maestro a San Francisco de Asís, cuando le encargaron las pinturas de la basílica superior, permaneciendo allí junto a otros ayudantes y compañeros de oficio cuando Cimabue abandonó Asís para atender otras obligaciones.
De esta época, entre 1290 y 1295, es El llanto sobre el cuerpo de Cristo muerto.
Ya el joven Giotto sentaría aquí las bases sobre las que desarrolló su obra posterior. Los personajes expresan su dolor sobre el cuerpo de Cristo: su madre abraza el cadáver, San Juan se inclina cogiéndole la mano y María Magdalena, de rodillas,
acaricia su pie con afecto. El pintor nos transmite perfectamente ese sentimiento que impregna la escena; los personajes no son rígidos y faltos de movilidad, sino que sus cuerpos están en movimiento, y sus caras y gestos reflejan angustia. Años más tarde Giotto volvería a pintar este mismo tema en Padua.
Foto: El llanto del Cristo mu
erto, (1290-1295)
Giotto utiliza su arte para narrar al pueblo escenas de
Giotto se basó en las obras de los escultores góticos para poder dotar de volumen a sus figuras, redescubriendo el arte de cómo dar sensación de profundidad a una pintura. Su representación en la misma capilla de las personificaciones de las virtudes y los vicios parecen auténticas esculturas vivas de mármol
Las paredes de la capilla Scrovegni están también adornadas con un ciclo narrativo de frescos de Giotto, aunque algo menores en tamaño debido a sus características arquitectónicas. Las escenas están configuradas de manera que, como pinturas, adquieren un significado propio y, como conjunto, transmiten la necesidad de continuación de la historia. La acción se impulsa reproduciendo los mismos edificios en diferentes imágenes; así, en la primera del ciclo, “La expulsión de Joaquín del templo” aparece un templo cuya estructura arquitectónica se repetirá también en “La presentación en el templo”.
Estas repeticiones de situaciones espaciales no solo transmiten la idea de un flujo narrativo continuo, sino también, de manera especial, el correspondiente lugar de la acción. Y, como ejemplo claro del sentimiento que transmite Giotto a la escena y a los personajes, queda la mirada desconsolada de Joaquín al ser rechazado el pequeño cordero que lleva en sus manos para el sacrificio; o el pequeño niño Jesús, que patalea mientras le sostiene el sacerdote, dirigiendo su cuerpo y sus brazos hacia su madre, que extiende los suyos en un gesto puramente maternal.
Pero, además, las sombras y la perspectiva del dibujo están orientadas hacia quienes pasean por la nave principal, y adaptadas a su ángulo visual, produciéndose una relación inequívoca entre el espectador y la escena, donde el primero se siente partícipe de los hechos narrados, siendo ésta una de las características más revolucionarias de la pintura de Giotto.
Fuera de los frescos, Giotto también desarrolló su arte en la pintura sobre tabla, y
El tema de
Lo cierto es que cuanto más leo sobre Giotto, más difícil me parece resumir su trabajo para esta entrada. Su fama de difundió por todas partes, y todas las novedades que él aportó fueron después utilizadas por pintores como Masaccio o Van Eyck. Con él comenzó la historia de los grandes artistas, aquéllos cuyo nombre les precedía.
BIBLIOGRAFÍA
ANNE MUELLER VON DER HAEGEN, Grandes maestros del arte italiano. Giotto. Könemann Verlagsgesellschaft mbH, Colonia, 1998
NORBERT WOLF Giotto di Bondone. La renovación de la pintura. Taschen, 2006
Visita a la exposición de CaixaForum en Madrid de la RETROSPECTIVA de la obra de Miquel Barceló.
La muestra esta compuesta por piezas cerámicas y escultóricas, sin olvidar las acuarelas, dibujos, pósters, libros y cuadernos de viaje de toda la vida artística del pintor y escultor.
La exposición es realmente interesante y amena, ya que además de las citadas 180 obras, muestra fotografías de otros trabajos del artista, tales como el mural de cerámica que recubre las paredes de la capilla de San Pedro de la Catedral de Palma y la enorme Cúpula de la Sala XX de los Derechos Humanos en Ginebra, la misma ocupa 1.400 metros cuadrados y se emplearon más de 35.000 kilos de materiales.
A continuación muestro una de las obras expuestas: Le petit amour
VISITA EXPOSICIÓN TUTANKAMÓN, LA TUMBA Y SUS TESOROS
Mascara de Tutankamón
Me ha causado una profunda decepción la exposición sobre la tumba de Tutankamón, ubicada en los pabellones de IFEMA de la Casa Campo de Madrid.
La decepción, muy posiblemente, este producida por la sensación de observar algo que a priori se sabe que no es autentico, solo una replica. También influyo el ambiente lúdico festivo producido por una cantidad inmensa de niños que deambulaban descontrolados por las salas.
Una vez expuestas mis sensaciones (tal vez demasiado negativas) en relación con la exposición, y tratando de ser objetivo he de admitir que las reproducciones que se exhiben están muy bien realizadas, solamente la mascara no refleja todo el esplendor de la original, la cual tuve la oportunidad de contemplar hace años.
La exposición se compone de una reproducción de las tres cámaras funerarias del faraón Tutankamón, con idénticas dimensiones, tal y como fueron encontradas por Howard Carter en 1922. Así mismo se exhiben más de mil piezas (reproducciones) de los tesoros encontrados en la tumba. Entre estas piezas se pueden distinguir joyas, amuletos, cofres, armas e instrumentos musicales.
Durante todo el recorrido la exposición dispone de sistemas multimedia que informan continuamente de la cultura y forma de vida de los antiguos egipcios y cortometrajes sobre la vida del faraón.
La exposición se puede seguir a través de las guías audiovisuales que facilitan a la entrada de la misma.
sábado, 8 de enero de 2011
PINTURA HOLANDESA Y FLAMENCA. SIGLO DE ORO. Städel Museum. Exposición Museo Guggenheim. Bilbao
Exposición en el Museo Guggenheim de Bilbao.
El banquero de Frankfurt Johann Friedrich Städel, fue un gran coleccionista de arte, que tras su muerte sin descendientes en 1816, donó su gran fortuna y su colección, a esa ciudad, bajo la forma de creación de un Instituto de Arte que llevara su nombre. La colección la constituían alrededor de quinientos cuadros y dibujos, en la que predominaban retratos, paisajes y pinturas de género. Firme partidario de las ideas de la Ilustración, pretendía que esta donación debía utilizarse como material de estudio para los nuevos artistas y para educación estética de la ciudadanía en general. En sus cláusulas testamentarias admitía la posibilidad de venta de algunas de estas obras, para lograr adquirir otras de mayor relevancia artística. Este derecho se utilizó ampliamente por los órganos rectores de esta institución y así en la actualidad solo quedan unas setenta obras, consideradas piezas maestras y únicas, de la colección original. Esta ha ido desarrollándose y aumentando en los últimos doscientos años, mediante donaciones y regalos de prohombres de la ciudad y adquisiciones posteriores, constituyéndose finalmente en el denominado Städel Museum. Se ha reunido así una magnífica colección de arte, que representa una panorámica general de la pintura de las diferentes escuelas centroeuropeas (holandesa y alemana fundamentalmente), desde finales de la Edad Media hasta el presente.
La colección de autores holandeses reunida por este museo de la época conocida como La Edad de Oro de la Pintura Holandesa y Flamenca, es excepcional. La temática presente, muy al gusto de la sociedad protestante y mercantil, surgida tras su independencia de la España de los Habsburgo, revela unas orientaciones totalmente diferentes a las hasta entonces dominantes en el mundo artístico. Esta nueva sociedad burguesa emergente, con su acendrado puritanismo y su espíritu austero y moralizante, estaba muy alejada de la pompa exuberante de los meridionales, que dominaba en esa época. Así, esta actitud vital aparece reflejada en su gusto por una estética artística que configura una reproducción idealizada de su propia realidad.
La Reforma protestante arrasó con las representaciones pictóricas religiosas y mitológicas previas. La adecuación de los artistas a las nuevas corrientes ideológicas hizo que realizaran un uso muy específico de las representaciones históricas o bíblicas, siempre procurando que tuvieran un claro y exclusivo significado alegórico, simbólico o moral. Los artistas holandeses respondieron a esta evolución desarrollando además unas líneas novedosas, como fueron la de los retratos, bien personales o en grupo, así como la variedad de los paisajes, descubriendo con ello los atractivos de la llanura holandesa y del mar, frente a la concepción italianizante preciosista imperante. Especial interés presenta la original y específica estética de las naturalezas muertas, también surgida en este momento, con su exposición de contrastes y elementos exóticos, bienes de lujo obtenidos merced al comercio tan floreciente de la Compañía de Indias. Ello permitía, además del gozo estético, una exaltación de las virtudes y la pujanza de la sociedad holandesa, que había logrado finalmente tan arduamente su independencia.
La Exposición recoge cuadros de esta denominada Época Dorada de la Pintura Holandesa, que podemos agrupar en cinco temas:
Historia y Alegoría:
Hoogstraten, pintor de la escuela de Rembrandt, recogió en sus escritos la idea dominante por entonces en el mundo artístico, de que existía una jerarquía de temas en los cuadros, que clasificaba las obras según la importancia del tema que representaba. En ella ocupaba la máxima categoría los temas históricos, ya que, según su concepción, el artista que la trabajase debía ser además un hombre cultivado, que dominase el latín y el griego. Solo así, tras la cuidadosa lectura de los textos, podría comprender una escena y sería capaz de plasmarla adecuadamente en un cuadro. Hacía especial hincapié en que era especialmente conveniente una correcta reproducción de la escena, con sus personajes mostrando sus emociones y anhelos más nobles. También el escenario debía ser minuciosamente estructurado, para que el espectador pudiera comprender correctamente lo representado.
Precisaría para ello dominar simultáneamente la técnica paisajística, la del retrato y la de la descripción de los objetos presentes, además del desarrollo del tema central representado, por lo que para este autor la pintura histórica era la que reunía la totalidad de las peculiaridades artísticas y por tanto era superior a todos los restantes géneros.
En la reciente nación holandesa se pintaron algunos episodios mitológicos y también cuadros bíblicos, con escenas pertenecientes al Antiguo Testamento, en una probable sintonía comparativa sobre su reciente liberación, semejando a la siempre anhelada por el pueblo de Israel.
Los más destacados:
- El Incedio de Troya, de Blomaert.
- Antes del Diluvio, de Van Mander.
- La Burla de Latona, de Brueghel “el Viejo”.
- Pablo y Bernabé en Listria, de Van Stalbemt.
- La Muerte de Pocris, de Linsen.
- David Toca el Arpa para Saúl, de Rembrandt.
- Martirio de San Lorenzo, de Breenbergh.
- Moisés Hace Brotar el Agua de la Roca, de Steen.
David Toca el Arpa para Saúl, de Rembrandt.
Retratos:
Estos eran un negocio seguro para los artistas y cumplían una función social, tanto en el ámbito exclusivamente familiar, como en su representación en la sociedad. Era habitual su encargo con objeto de destacar un cargo del figurante o su pertenencia a una determinada corporación municipal o profesional.
Los pintores representan así a los ciudadanos de la clase media, comerciantes acomodados, con vestimentas austeras y negras, sin ningún elemento de lujo adicional y con un fondo indeterminado, de rasgos tenebristas. Llegaron a crear imágenes auténticamente “vivas”, cuyo valor supera sobradamente el recuerdo individual de esas personas.
La mayoría de ellos se realizan en un perfil de tres cuartos, ya que así se reúnen las ventajas de las vistas frontal y de perfil, mostrando los ojos pero también la figura característica, lo que facilita aún más la identificación de la persona. La representación podía abarcar desde solo el busto al cuerpo entero, variando con ello el formato del cuadro
Entre los más reseñables:
- Retrato de Maertgen van Bilderbeecq, de Rembrandt.
- Retratos de Hombre y Mujer (2), de Hals.
- Retrato de una Mujer Sentada en una Butaca, de Vernspronk.
- Retrato de un Joven, de Bol.
- Retrato de una Mujer, de Van der Helst.
- Retrato de Sir John Hebbdon, de Bol.
- Retrato de Isaac Commelin, de Van der Eeckhout.
- Retrato de una Mujer con Vestido Negro, de Maes.
Retrato de una Mujer Sentada en una Butaca, de Verspronk.
Género e Interior:
Temática en la que se incluyen representaciones de ambientes cotidianos y cercanos, con gente sencilla: campesinos, escenas domésticas apacibles, de taberna, con personas bebiendo bailando o actividades artesanales varias. En todos ellos se recogen personajes intrascendentes, representados en acción.
Con ello los artistas no tenían que recurrir a su imaginación para recrear mitos históricos, bíblicos o literarios. En este género los pintores holandeses nos sorprenden por su libertad, originalidad y frescura, trasmitiéndonos con sus imágenes los valores y condiciones de vida de esa sociedad.
Esta representación cercana a la realidad fue una novedad de la pintura holandesa, que fue muy apreciada en los siglos posteriores.
Los más interesantes:
- Joven Cantante, de Van Baburen.
- Grupo Tocando música, de Codde.
- Dos Campesinos Fumando, de Teniers “el Joven”.
- Interior de un Pajar, de Van Ostade.
- La Operación de la Espalda, de Brouwer.
- Kermés en un Pueblo, de Van Stalbemt.
- Dama con Copa de Vino, de Ter Borch.
- Escena de Taberna, de Bega.
- El Alquimista, de Steen.
El Alquimista, de Jan Steen.
Paisaje y Topografía:
Los pintores holandeses supieron captar la sosegada belleza de sus paisajes, con sencillas escenas naturales o sus estudios sobre los efectos de la luz y las sombras sobre los árboles al atardecer. Asimismo lograron representar la atmósfera del mar con medios sencillos y modestos y fueron los primeros en descubrir la belleza del cielo con sus tonalidades diversas de nubes aborrascadas. Dunas, colinas, paisajes invernales, boscosos o fluviales, pero también costas y naves, en mares calmosos o encrespados. En sus obras figuran en primer plano trigales, molinos de agua o de viento, esclusas, puentes o caminos.
Destacables:
- Vista de Amberes con el Escalda Helado, de Van Valckenborch.
- Paisaje junto a Tívoli, de Bril.
- Paisaje de un Pueblo con Iglesia, de Savery.
- Paisaje de Bosque con Figuras, de Brueghel “el Viejo”.
- Calle de un Pueblo, de Van Goyen.
- Camino Rural con Casa de Labranza, de Van Goyen.
- Paisaje Fluvial con Puente, de Cuyp.
- Mar Gruesa, de Porcellis.
- Bosque con Cascada, de Van Ruisdael.
- Mar de Haarlem, de Von Ruisdael.
- Paisaje Invernal en Harlem, Van Ruisdael.
Mar de Haarlem, de Von Ruisdael.
Naturaleza Muerta:
Fue la rama más especializada del arte holandés. Flores y frutos de diversas tonalidades y superficies con distintas reflejos de la luz, jarras de vidrio o de metal bruñido, porcelanas, tapices o animales, fueron elementos que entraban en la combinación elegida por el artista. Reflejar tan diferentes texturas y matices fue un amplio campo de experimentación, en el que lograron sorprendentes resultados al recoger con maestría el efecto de la misma luz sobre diferentes objetos y lograr la combinación de tonalidades hasta lograr un correcto equilibrio en la composición del cuadro.
Los más representativos:
- Ramo de Flores en un Jarrón de Vidrio, de Brueghel “el Viejo”
- Vanitas, de Willebeeck.
- Bodegón de Frutas y Pastel, de Heem.
Bodegón de Frutas y Pastel, de Heem.
- Bodegón con Frutas, de Mignón.
- Bodegón Suntuario, de Kalf.
- Ramo de Flores en Vasija de Vidrio, de Ruysch.
- Bodegón con Frutas, de Loeding.
BIBLIOGRAFIA
1. La Edad de Oro de la Pintura Holandesa y Flamenca del Städel Museum. Guggenheim . Bilbao. Fundación BBVA
2. La Historia del Arte. E.H. Gombrich. Ed. Phaidon. 2010.
3. Guía Visual de Pintura y Arquitectura. El País. Aguilar. 1997.
4. Artcyclopedia.Internet.
CARPACCIO. San Jerónimo en su Celda
He vuelto a ojear estos días un libro monográfico que me regalaron hace unos años sobre Carpaccio, con unas reproducciones de una calidad maravillosa, y como otras veces, me he vuelto a detener en un cuadro de este autor que siempre me ha llamado poderosamente la atención. He pensado que su inclusión y comentario podría tener cabida en este Blog del Arte. Se trata del denominado “San Jerónimo en su Celda”, integrante de una trilogía que relata la vida del santo y que se continúa con: “San Jerónimo y el Milagro del León” y “La Muerte de San Jerónimo”, situados en la “Scuola degli Schiavoni” de Venecia.
El libro está en francés y me he permitido traducirlo -espero que correctamente-manteniendo la estricta sintaxis del texto, pues creo que es muy acertado e instructivo.
Yo también querría después añadir algún comentario sobre él, no con ánimo de apostillar al autor (¡Dios me libre!), sino por que creo que es obligado dejar constancia de las propias impresiones y más en este caso, ya que se trata de un ejercicio sobre arte.
“San Jerónimo en su Celda” en:
CARPACCIO
Étude Biographique et Critique par Terisio Pignatti
Editions D’Art Albert Skira. Genève. 1958
“El cuadro representa al santo en su celda, sumergido en la traducción de las Escrituras. La luz oblicua que viene de las ventanas ilumina una habitación ricamente amueblada. Al fondo está instalado un altar, como un pequeño oratorio privado, al gusto del Quatroccento; se ve también una estantería llena de libros y una balda con estatuillas alineadas contra el muro y un pequeño trono con su oratorio.
En el primer plano se encuentra el pupitre del santo, sobre la mesa y el banco, recubiertos por un tejido verde fijado por remaches dorados, están colocados manuscritos y objetos: tijeras, concha de pulir, campanilla, tintero y la esfera armilar.
Sentado delante de tres libros abiertos uno sobre otro, el santo toma notas y acaba de interrumpirse como si buscase una palabra: imagen serena, apacible, tomada de la vida del sabio, de investigador infatigable de todos los tiempos. Pero también simboliza el humanismo con el cual Venecia estaba por otra parte familiarizada, ese humanismo al cual se deben tantos comentaristas de la filosofía neo-platónica, de los clásicos griegos y que nos ha dado los primeros tipógrafos, los jóvenes intelectuales que frecuentaban el Estadium de Padua, los eruditos amantes de antigüedades y de pintura contemporánea –flamenca tanto como la veneciana.
Se ha insinuado que el personaje de San Jerónimo podría ser el retrato del Cardenal Bessarion, primer protector de la Scuola degli Schavioni; no sería extraño en efecto que Carpaccio, espíritu humanista, haya querido evocar aquí esta figura y hacerla eterna en el mundo encantado de la poesía.
La originalidad iconográfica de este cuadro es evidente; esta representación es única en la historia de la pintura veneciana por la excepcional riqueza de detalles, el paciente análisis de los objetos, de los cuales cada uno se convierte en un símbolo visual, una forma pura y perfecta. Digamos de inmediato la sensación de maravilla que nos produce, que alegría es para los ojos cuando se intenta descubrir los secretos de todos esos objetos reunidos por el pintor. Se tienen inmediatamente ganas de contar el número de volúmenes en la estantería; son cuarenta, encuadernados en cuero marroquín rojo y verde, en cuero marrón o en pergamino de marfil; y se desearía poder girar el facistol del fondo de la celda, para saber cual es el cuarto libro.
La puerta de ese rincón tiene una cerradura y los dos antifonarios tiene su sombra proyectada, como también el perro maltés, que es con el santo la sola nota viva en ese silencio que asemeja a un acuario. Peludo y brillante en la luz, el pequeño animal permanece perfectamente inmóvil y parece seguir el juego del polvo que baila en la claridad de la ventana, que uno imagina abriéndose sobre las aguas espejeantes de un canal veneciano.
Se desearía poseer todos estos objetos de aspecto tan verdadero y acogedor, esa mesa o esa butaca de cuero rojo con el oratorio. Cuantos de entre nosotros no han intentado descifrar las páginas de música abiertas al pie de la mesa del célebre reformador de la liturgia musical. Se trata, nos lo dice Ludwig-Molmenti, de una página bastante austera para dos tenores y un bajo y de una página más ligera y más dulce para soprano, bajo y tenor.
La descripción podría así continuar hasta el infinito, con este juego de imágenes, con esta suerte de ejercicio de paciencia que el pintor construyó desplegando una maravillosa habilidad. Nadie en Venecia se aventuró en este territorio, pues era una manera que la joven generación, la de Giorgione, tildaba de “flamenca”. Nosotros mismos por otra parte, para encontrar el recorrido de esta pintura debemos remontarnos hasta Van Eyck, que Carpaccio sin duda pudo ver en las colecciones venecianas o en la corte de Ferrara, tan familiar a los pintores flamencos.
En este cuadro, las líneas de la perspectiva confluyen en un punto situado detrás de la figura del santo, desplazado hacia la derecha y coincidente – si se les superpone en trasparencias- con la mano derecha del santo. Es en este gesto de reflexión del viejo sabio, que se para un instante antes de recomenzar a escribir, donde se fija la mirada y es en esta mano levantada – como la de un director de orquesta que, por un instante, mantiene la música en suspenso y concentra la completa atención del auditorio- donde se sitúa el punto esencial del cuadro. La construcción racional de las formas coincide entonces de nuevo con la búsqueda de la mayor intensidad del relato, que viene a continuación a armonizar el feliz reparto de los colores en el espacio.”
Comentario personal:
Si me detengo a pensar por que me llama tanto la atención este cuadro, si me acerco a él con los “ojos limpios”, la primera sensación que me surge es su alegría y luminosidad, su claridad y limpieza. Es un cuadro alegre no hay duda, fundamentalmente por la luz, que penetrando por los amplios ventanales, lo inunda todo. La posición de las sombras induce a pensar en una mañana de sol radiante. En la estancia todo es claro, no hay nada que no esté plenamente iluminado, ni siquiera en media penumbra, salvo parte del suelo. Esto le da una extraordinaria nitidez a la multitud de objetos representados en la estancia, acentuada por sus acusados perfiles y el extraordinario detallismo característico de la obra de Carpaccio.
La segunda cosa que me atrae poderosamente del cuadro, son los colores. Ese verde maravilloso que domina la composición en diversos tonos, actuando los detalles de rojo como contrapunto, son para mí enormemente atractivos.
Sobre la minuciosidad desplegada por el artista, ya nos ha ilustrado convenientemente el texto anterior. (Es una lástima que no pueda incluir en este trabajo las ampliaciones que el libro trae de la estantería y el cuarto del fondo, pues solo se pueden subir imágenes con su URL correspondiente). Merece la pena hacerse con una lupa y efectuar un recorrido lento por los objetos de la mesa, las estanterías o la habitación del fondo, que es un auténtico cuarto de tesoros, con astrolabios y otros instrumentos de medición arrumbados por la ciencia. Nuestra curiosidad no se sacia nunca. ¿Es posible incluso leer las partituras y describirlas? Si no me lo dicen, nunca lo hubiera creído.
Ahora me percato que casi ni me había fijado en San Jerónimo. Dado su estatismo parece un “objeto” más del conjunto. El santo y el perro parecen poder permanecer así indefinidamente.
Me ha parecido muy valiosa y poética la descripción que se hace en el texto del libro sobre la importancia de su mano derecha, y debo reconocer humildemente que ni me había fijado en ella. Creo que acompaña magistralmente al instante de reflexión del santo y uno puede llegar a imaginarse que mirando la escena, podrá asistir al momento en que el santo halle finalmente la palabra que estaba buscando y que todo vuelva a la vida, él comience de nuevo a escribir, el perrillo se agite complacido e incluso nos lleguen desde lejos las voces de algunos gondoleros cercanos.
En el cuadro, aparte de las líneas de la perspectiva descritas, que llevan hacia atrás, en mi opinión existen otras motivadas por la luz de las ventanas que lo cruzan en diagonal, desde el margen superior derecho al inferior izquierdo, lo que creo que realza la geometría de la escena.
La composición es cuidadosa y equilibrada, pues el atestado cuarto del fondo, la estantería lateral, la luminosidad del suelo e incluso el perrito, compensan la acumulación de elementos alrededor de la figura del santo, que es lo que atrae inicialmente nuestra mirada.
Por tanto, según yo lo veo, el cuadro tiene alegría, luminosidad, cromatismo, vivacidad a pesar de su estatismo inducido, equilibrio... Sin embargo la escena tiene algo de artificiosa e irreal. ¿Cabe imaginarse así la celda de trabajo de un estudioso?¿Es éste un ambiente propicio para ello? ¿No es de un tamaño absolutamente desproporcionado como gabinete de estudio? ¿Qué pinta el perro en un lugar de recogimiento y concentración?¿No existe algo raro en la apariencia de la estantería de los libros? Yo creo que estos toques de irrealidad, junto con los aspectos positivos descritos, se aúnan en mí produciéndome la atracción que su visión me suscita.
Vittore Scarpazza “Carpaccio” (1460-1525/1526), fue un maestro veneciano, puente de unión entre los artistas tempranos como Jacobello del Fiore y pintores clásicos como Giorgione o Ticiano, que habitualmente trabajaba sobre la vida de los santos. Su obra más extensa y famosa es “la Vida de Santa Úrsula” (nueve pinturas), así como otras series sobre: La vida de la Virgen, San Esteban, San Jerónimo (a la que pertenece este cuadro) y San Jorge.
En el desarrollo de sus obras introduce multitud de figuras y elementos arquitectónicos, con un alto grado de detallismo, dentro del más puro ambiente de la corte veneciana. La atmósfera y perspectivas que crea nos traslada a la ciudad de los canales, en el exquisito mundo de la República Serenísima. Su peculiar estilo lo convierte en el artista que mejor logró reproducir el encanto incomparable de la ciudad de Venecia, en la cúspide de la gloria y el poder, mostrando en sus cuadros el orgullo cívico de sus ciudadanos. Fue el más autentico veneciano de todos los pintores de Venecia, largamente apreciado después por Guardi y Canaleto. También fue el más oriental de ellos, en su obra abundan los ropajes de influencia otomana. Se desconoce si viajó a Constantinopla en algún momento de su vida.
En su obra se intuye la probable influencia de Bellini por la narrativa, de Antonello de Messina por su sentido del espacio, de Alvise Vivarini por el uso preciso de la luz, de los dibujos tan perfilados de Ferrarese y por el temprano arte flamenco de van Eyck, con el que desarrolló su acentuado detallismo. Le influyó Mantegna, como a todos los venecianos de su época y en arquitectura Lombardi. Todo ello es lo que Carpaccio aglutina y le da un toque final suyo tan personal.
La mayoría de sus mejores trabajos quedaron en Venecia y su arte fue minusvalorado respecto a otros contemporáneos como Bellini y Giorgione. Lejos de ejercer una función de enlace con la siguiente generación, demuestra un sentido retroactivo de la fantasía, más propio de los romances medievales.
Fue el primer pintor de paisajes de esta ciudad que gozó de gran popularidad y tradición posterior. Su figura fue recuperada por el crítico británico John Ruskin en el siglo XIX, quien “admiró la precisión en el estudio de la arquitectura y la luminosidad en la representación de la atmósfera presente en sus creaciones”.
BIBLIOGRAFIA
1. CARPACCIO. Étude Biographique et Critique. Terisio Pignati. Editions D’Art Albert Skira. Genéve. 1958
2. EL RENACIMIENTO MERIDIONAL. Italia 1460-1500. André Chastel. Ed. Aguilar. 1965
jueves, 6 de enero de 2011
¡ Feliz 2011 desde Roma !
Aunque entramos en muchas iglesias, esta es una de las que más me impresionó (aunque es muy difícil elegir). Se trata de Santa María en Trastevere. Como muchos de los templos de Roma, Santa María "aparece" entre callejuelas estrechas y pintorescas de un barrio popular. Te sorprende. Es la iglesia más antigua de la ciudad donde se celebró la primera misa católica. Nació en el siglo III por un encargo del Papa Calixto. El exterior, además de un mosaico en la fachada, cuenta con un campanario románico que le da al conjunto un aire medieval. El interior es impactante. Un enorme mosaico bizantino ocupa todo el frontal, detrás del altar. Iluminado resulta muy hermoso.
Dicen que Santa María Maggiore es después de la Basílica de San Pedro, la iglesia más bonita de Roma. Fue fundada en el siglo IV y conserva la primitiva planta Basílica.