jueves, 24 de marzo de 2011

Desde Atenas con amor




Después de mucho tiempo y esfuerzo conseguí organizar una pequeña salida a Grecia con la familia. La ilusión me nublaba la mente pero poco a poco se despejó. Pensamos en organizar un tour con un coche alquilado por la península del Ática y visitar Delfos a preguntarle al oráculo varias cosas.
Nos recomendaron no conducir ni hacer ruta con una niña pequeña porque parece ser que los griegos conducen un poco mal o de forma" poco reglamentada". Como os decía, la ilusión me podía y estaba empeñado en alquilar un coche para recorrer los alredores de Atenas. Al montarnos en el autobús X9 que traslada desde el aeropuerto a la plaza Sintagma y llevar recorridos unos kilómetros por la autopista, conocimos a una española que vive en Atenas. Lo primero que nos dijo es que tuviésemos cuidado con los conductores griegos -"conducen fatal" nos dijo. A los pocos segundos sentí una de las peores sensaciones de mi vida. El autobús se saltó un stop al volver a incorporarse a la autopista después de haber recogido a otras personas durante el trayecto. Como os imaginais la colisión fue terrible. Mi mujer estaba sentada con mi hija en sus rodillas y yo a su lado. Salió proyectada pero conseguí agarrarla al vuelo. Pero lo peor no fue esto sino que la gente que iba de pie. Fue un espectáculo dantesco. Gracias a Diós apenas nos hicimos nada: mi mujer un fuerte golpe en la rodilla que le lastró el resto del viaje, yo recibí en el costado y la cara pero lo más importante, la pequeña no se hizo nada. El susto. En ese momento decidimos centrarnos en visitar todos los rincones de la ciudad de Atenas en transporte público y posponer la visita al resto del Ática.
Por lo demás el viaje fue fantástico: Plaka, Monastiraki, cenar frente al Acrópolis iluminada, la plaza Omonia "las Ramblas de Atenas", El Pireo etc...
Me emocionó la entrada y visita a la Acrópolis ateniense. No podía creer que estuviese allí, lugar tan deseado y mágico. Esas piedras podrían contar tantas historias...
Pasear por el Ágora tranquilamente sabiendo que hace mucho, mucho hubo una generación de grandes sabios que ilustraban a los que deseaban escuchar.
El museo de la Acrópolis es espectacular, integrándose al conjunto perfectamente. Un Partenón moderno que da cabida a obras fantásticas que en un momento u otro todos hemos estudiado.


Y que decir del Museo Arqueológico Nacional... con una de las obras más maravillosas de la historia El Poseidon de Artemisio, o la máscara de Agamenón y tantas otras que no encontraría tiempo para enumerarlas. En definitiva es una visita imprescindible para cualquier amante de la Historia y del Arte.



martes, 22 de marzo de 2011

Goya y sus grabados


Goya realiza cuatro series de grabados: Los Caprichos, Desastres de la Guerra, Tauromaquia y Disparates.
Es aquí al margen totalmente de la oficialidad, como van surgiendo estos temas del interior del pintor, que nos demuestran más su hondura, su sentir y que desconciertan totalmente al que los mira. Ni en un libro se podría entender mejor la historia de España de aquel momento, en la mentalidad, claro de un hombre de la inteligencia y genialidad de Goya.
La primera serie son Los Caprichos. Son 80 planchas y las realiza en torno a 1893-1896 a raiz de su sordera que le produce una gran amargura; Ahora será cuando Goya da por primera vez rienda suelta a su imaginación. Los temas son muy variados, destacando los prejuicios, supersticiones y modas del momento. Ataca a la Inquisición, clérigos y políticos. Y en cuanto a las mujeres, Goya adopta dos posturas: una clemencia hacia las jóvenes y una pintura grotesca hacia las ancianas, alcahuetas, brujas o incluso sus propias madres, que las inician entre otros para un provechoso matrimonio. Según avanzan las planchas, lo que en un principio es una crítica, pero también algo divertido, se irá complicando hasta llegar a un gusto por lo feo, desagradable y deforme, que luego se verá totalmente en los Disparates.
En 1811 realiza las planchas de los Desastres de la Guerra. Aquí se ve el resultado de la postura que había tomado Goya respecto a la misma. En 1809 firma fidelidad al rey francés José Bonaparte, lo cual lo convierte en afrancesado, pero ésa idea de que esto pueda ser una solución para España pronto se verá que es un fracaso. Goya ve una brutalidad cruel e innecesaria y no parece adoptar posturas ni por uno ni por otro bando. Unas veces serán los españoles y otras los franceses lo que cometen las torturas. Para que se preste más atención a lo que él muestra, utiliza una técnica: no hay casi fondos, y si los hay son mínimos solamente trata de que se vea al hombre que sufre y tiene miedo. No hay grandes batallas ni descripciones de estas, es la brutalidad individual.
La serie de la Tauromaquia se realizó en 1816 y la componen 33 planchas, aunque luego añadió más, parece que en su creación se inspiro en la Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España, de Nicolás Fernández de Moratín.
No se sabe la fecha exacta de los Disparates, que son 22 planchas y se cree que están hechas más o menos cuando crea los Caprichos y los Desastres. Esta serie es la de más difícil comprensión, pues están basados en conjuntos de personas con vestidos extrañísimos que dan miedo y son grotescas. Dan sensación de intranquilidad y muestran un Goya depresivo y desilusionado.

jueves, 10 de marzo de 2011

Viaje a las cuevas de Altamira




Quiero que vayamos rompiendo el hielo y daros la bienvenida a los nuevos autores del blog, los alumnos de Introducción a la Historia del Arte de este segundo cuatrimestre del curso 2010-2011. Y quiero hacerlo con los bisontes de Altamira, ahora que abrimos el temario, y que justamente este fin de semana he podido ver en Cantabria. Me refiero a la réplica, la fantástica Neocueva que se ha construido para permitir a los visitantes acercarse a esta joya del arte del Paleolítico superior. Hace unas semanas Sergio Guardiola nos abrió el apetito hablándonos del museo de Altamira.

Nos habíamos propuesto pasar dos días en Santander y Santillana del Mar. El sábado despertó con un sol envidiable, como muestra la foto de la playa de Santander (prometo que no es una foto tomada en Alicante el verano pasado), de manera que nos lanzamos a pasear por la bahía y por su paseo marítimo hasta alcanzar la península de la Magdalena (un fantástico paraje natural con un magnífico palacio que se construyó como residencia de verano de Alfonso XIII).

Debo agradecer los buenos consejos que recibí para el viaje de parte de alumnos de Cantabria que tenemos en el grado de Historia, con una lista de lugares imprescindibles, tanto para el goce artístico como el culinario -el cocido montañés no tiene desperdicio-. ¡Gracias!

De Santander a la preciosa Santillana del Mar. Visitamos la colegiata de Santa Juliana, el museo diocesano, poco conocido pero que no hay que perderse (allí se concentra una espléndida colección de esculturas de las iglesias más remotas de la diócesis), y las cuevas de Altamira, a solo 2 km. de Santillana. La visita a la Neocueva es, de verdad, muy recomendable. Han hecho una reconstrucción perfecta de la cueva, a escala natural, junto a un museo de la Prehistoria de gran interés. El visitante se introduce por la cueva varios metros hasta alcanzar su máxima profundidad. Se abren ante él las maravillosas pinturas rupestres. Si no fuera porque no se aprecia el esperable olor a humedad, todo lo demás permite sentirse en la piel del primer descubridor de la cueva, Marcelino Sanz de Sautuola, que contempló por primera vez las pinturas en 1868, de la mano de su hija, María. Me impresionó el tamaño de los bisontes pintados, no sobre bajorrelieves, como yo pensaba, sino aprovechando realmente grandes protuberancias de la roca. Los bisontes y caballos parecen cobrar vida en medio de una manada. Y a uno le asalta la gran duda: ¿por qué fueron pintados hace aproximadamente 15.000 años?

De regreso recorrimos a pie un camino que parte de Altamira y que nos permitió deleitarnos con las vistas de Santillana del Mar.

¡Un viaje que os recomiendo a todos! ¡Buen inicio de cuatrimestre!

Diana Carrió-Invernizzi