
Este Blog también quiere reservar un espacio a las artes escénicas. El pasado viernes me acerqué a la Casa Encendida, espacio cultural de la Obra Social Caja Madrid, y me encontré con la agradable sorpresa de la primera exposición retrospectiva en España sobre Gordon Craig (1872-1966), actor, director de teatro y escenógrafo británico. Me retrotrajo al pasado verano, cuando en el Festival de Teatro de Aviñón, pude visitar otra monográfica sobre Craig, aunque más centrada en su idea de la “supermarioneta” aplicada a la interpretación: el actor investiga sobre su condición de marioneta.
Craig perteneció a una época en la que la escena teatral estaba dominada por la literatura dramática, a la que quedaba supeditada la escenografía. Craig, con su experimentación teatral, consiguió dar autonomía al “escenario espacial”, para conseguir que texto y espacio formaran un todo.

El fin de semana terminó con otra cita teatral, esta vez del Festival de Otoño de Madrid. Hacía años que me habían hablado del gran autor y director canadiense Robert Lepage y su compañía Ex Machina. Este año traía a Madrid The Blue Dragon, dirigida por él y escrita en colaboración con Marie Michaud, y no me lo podía perder. La cita era en el Teatro de Madrid de La Vaguada, el domingo 22 de noviembre a las 18h. Hubo flechazo.
Claire decide ir a China a adoptar una niña y allí se reencuentra con su amigo y antiguo amor, Pierre, que se mudó al país hace años y regenta hoy una galería de arte en Shangai. Un tercer personaje se ha cruzado en sus vidas: Xiao Ling, una joven artista china que espera un hijo de Pierre. The Blue Dragon nos habla de la situación sociopolítica y económica de una China maravillosamente recreada gracias a la elegante escenografía de Michel Gauthier. El decorado se transforma, como un reloj de precisión, para convertirse sucesivamente en avión, estación de metro, y apartamento. Los ideogramas de la escritura china aparecen en la obra, en los giros dramáticos, superponiéndose con imágenes multimedia.
Robert Lepage pone la tecnología al servicio de la puesta en escena y de la historia que nos cuenta, y lo hace con gran sabiduría y poesía. Concibe el teatro como un laboratorio en el que actores, escritores, escenógrafos, técnicos, diseñadores gráficos y vídeo artistas trabajan en equipo para conseguir que el teatro se una a la sensibilidad de un público contemporáneo.
De nuevo, el fin de semana me ha trasladado a mis días de julio en Aviñón, donde el Festival rindió homenaje este verano a otro genio canadiense, aunque de origen libanés: Wajdi Mouawad, que, como cualquiera de su generación, ha bebido mucho de Lepage. Afortunadamente en Europa podemos disfrutar de las lecciones que tan a menudo da Canadá al teatro contemporáneo.
¡Buen fin de semana a todos!